lunes, 30 de julio de 2012

Pájaros viajeros


Esta mañana, según bajaba hacia la parada del autobús, he asustado a unas palomas que estaban picoteando algo en la acera. No suelo jorobar a los pájaros por deporte, pero estaban en medio y no era plan de ir por la calzada. El caso es que una de ellas ha decidido huir en la misma dirección en la que yo iba caminando, con lo que durante un par de minutos hemos debido de ser una escena curiosa. El bicho no paraba de darse la vuelta y parecía un tanto estresado de ver que le iba siguiendo, hasta que al final recordó que tenía alas y salió volando.

Siempre que me pasa algo así recuerdo otra ocasión parecida, cuando un palomo grande nos siguió durante un buen rato por el jardín botánico de Edimburgo. Aquel palomo tenía pinta de no tener muy claro por qué lo hacía, pero allí seguía, inasequible al desaliento. Y es que las palomas no son demasiado brillantes, me temo. Aunque eso sí, llevan el GPS de serie.

Y hablando de eso, hace poco leí la noticia de una paloma mensajera que había desaparecido mientras participaba en una competición haciendo el recorrido entre Francia y Yorkshire. Tras cuatro semanas sin haber ni rastro de ella, su dueño ya la daba por perdida... hasta que apareció en las Bahamas, a más de 7000 km de distancia. Nadie tiene ni idea de cómo llegó hasta allí, aunque se supone que debió de hacerlo de polizón en algún barco. Así que ahora mismo Henry el palomo está en las Bahamas, tan contento y mimado por el personal del puerto donde apareció, mientras yo estoy aquí currando. Y lo que me queda. Bien pensado, eso de que las palomas no tienen mucho cerebro habría que replanteárselo.


lunes, 23 de julio de 2012

De vuelta de Londres...


...por undécima vez, si no recuerdo mal. No había vuelto a ir en julio desde mi primera visita, y de eso hará unos 15 años. Para mi gusto no es la mejor época para verlo porque es cuando más turistas hay, y además la humedad se hace un tanto incómoda en cuanto sube un poco la temperatura. Pero vaya, para mí siempre es buen momento para ir a Londres, jeje.

Aunque dicen que estos días la ciudad está imposible, la cosa no ha sido tan horrible como cabría esperar. Claro que yo me moví a pie y en bus mientras mein Mann iba a sus reuniones, así que no encontré más incidencia que alguna calle cortada o con el sentido del tráfico cambiado. Él sí vio el metro más lleno de lo habitual a esas horas, y me fío de su criterio porque está más acostumbrado que yo a moverse en the Tube  en hora punta. También nos fijamos en que había muchas obras, con multitud de pequeños solares en construcción. Igual los edificios anteriores se caían de viejos, o igual la culpa es del Crossrail, que es un pedazo de obra de ingeniería y algo de guerra tiene que dar.

También me llamó la atención la cantidad de referencias a las Olimpiadas, con estatuas de las mascotas por todo el centro (a la izquierda vemos a Wenlock disfrazado de cabina telefónica, casi no se le reconoce) y los escaparates decorados para la ocasión. Incluso el más simple tenía al menos una Union Jack o pegatinas de los Juegos. Y claro, luego estaban los famosos ventanales de Selfridges, que en este caso mostraban escenas típicamente británicas como la de la foto más abajo. Algunas con bastante sentido del humor (ver la otra foto más abajo :) Total, que entre todo eso y las noticias en los periódicos y la televisión sobre la llegada de la antorcha, me sorprende que luego aquí los medios repitan que en Londres no se respira espíritu olímpico. Claro que igual esperaban que la población fuera al trabajo saltando en pértiga.




martes, 17 de julio de 2012

De libros: La estación de la calle Perdido, de China Miéville


Hacía tiempo que tenía curiosidad por leer a este autor, quizá porque hay quien lo compara con Neil Gaiman, aunque nunca me había decidido a empezar nada suyo porque tenía la sensación de que no me iba a gustar. Así que cuando encontré la edición en español de La Estación de la Calle Perdido de oferta a 3 euros y pico no me lo pensé mucho, pese a que suelo preferir los libros en versión original si es posible.

Tal y como esperaba, me costó leer los primeros capítulos. Había algo en aquella ciudad, en los personajes o en la manera cruda de contar la historia que no me hacía gracia, pero el caso es que seguí leyendo... y una mañana me di cuenta de que por poco me había pasado mi parada de autobús, y por un momento hasta consideré seguir leyendo. Total, siempre podía ir hasta el final de la línea y dar la vuelta.

Parte de la culpa es de Nueva Crobuzón, la ciudad en la que se desarrolla la historia. Dicen que China Miéville tiene un talento especial para describir ambientes exóticos, y al menos en esta novela es completamente cierto. La ciudad es un cúmulo de vicio y decadencia, de colores y olores y sobre todo de gente. Hay al menos media docena de razas inteligentes ("xenianos") conviviendo con los humanos, desde mujeres insecto hasta plantas antropomorfas. Y todo en un ambiente de lo más steampunk (dirigibles incluidos, por supuesto), aunque quizá sea más apropiado el término dystopunk que acuñó mein Mann para la ocasión, porque Nueva Crobuzón es un estado policial. En este escenario es donde se desarrolla la historia, que empieza de la manera más simple: un inventor acepta un encargo de alguien. A partir de aquí se llega a una situación de crisis de la forma más natural y sin que nadie pudiera verla venir, ni mucho menos ponerle freno. Digo "crisis" por suavizarlo un poco, pero vaya, la movida que se lía es de lo más chungo :)

He visto críticas de lectores que se quejan de que el autor abusa de las descripciones, haciendo que el ritmo de la historia sufra por ello. No es mi caso, yo disfruté mucho con cada descripción larga, minuciosa y llena de adjetivos. Pero claro, a mí me gusta ese estilo. Lo único que no me ha terminado de llenar serían precisamente las escenas de acción, junto con un deus ex machina que hay hacia el final de la historia. Pero en general he disfrutado mucho con esta novela.

Eso sí, la traducción no me ha hecho demasiado gracia, pero ya lo veía venir. Es el problema de acostumbrarse a leer versiones originales. También es verdad que China Miéville no debe de ser fácil de traducir, pero aún así me cuesta creer que alguien que se dedica a esto profesionalmente pueda caer en traducir "sympathy" por "simpatía" (la frase es "Lin had not intended to play on Isaac's sympathy"). Al texto le falta como mínimo una revisión para detectar este tipo de errores, lo que hace que algunas frases suenen poco naturales. Pero no sucede a menudo, así que tampoco es un problema.

domingo, 1 de julio de 2012

De viaje: Brujas


La primera excursión que hicimos desde Bruselas durante nuestras vacaciones de hace un par de semanas fue a Brujas. Casi toda la gente que conozco que ha visitado Bélgica ha estado allí, aunque sólo haya sido una parada de paso hacia algún otro destino. La ciudad tiene fama de ser muy bonita, como un trocito del Flandes medieval, de alguna manera desgajado de su época y trasladado tal cual al siglo XXI. Y es todo verdad, da gusto pasear entre los canales y las casitas con los tejados característicos, tan limpias como si acabaran de ser construidas. También hay quien se queja de que su encanto es un tanto artificial y da la sensación de ser un resort de Disney. Yo diría que algo de razón tienen, aunque tampoco es para tanto. A nosotros nos gustó mucho.

Tuvimos la precaución de ir un jueves, por aquello de evitar las aglomeraciones, y aunque en el viaje de ida el tren iba abarrotado, por alguna razón casi todos los pasajeros iban a Ostende. El caso es que pudimos visitar con calma el Museo de la patata frita y el del chocolate, y disfrutar de una degustación de productos en cada uno de ellos (pero NO a la vez... aunque tampoco habría sido tan raro, dado que en Bélgica la patatas fritas acompañan a casi todo). Incluso nos dio tiempo a pasear tranquilamente por las calles sin que hubiera otros turistas alrededor.



Claro que después de comer la cosa cambió. Puede que la gente que iba por la mañana a Ostende se fuera a Brujas a pasar la tarde. No llegaba a ser agobiante, pero es fácil darse cuenta de que sí debe de serlo en fin de semana, sobre todo en temporada alta. Esta foto está tomada unas tres horas después de la anterior, apenas empezada la tarde, y ya se aprecia cierta aglomeración en la calle.



Una cosa que nos llamó la atención de las casas que dan a los canales fueron las puertas traseras, que dan fé de que desplazarse en barca es por allí algo habitual:



En las primeras fotos se pueden ver a lo lejos dos de los monumentos más visitados de Brujas: el campanario y la Iglesia de Nuestra Señora. Por la tarde, de camino a la estación, encontramos otra de las torres famosas de la ciudad: la de la Catedral de San Salvador. No sólo me pareció la más bonita de todas, además me di cuenta de una coincidencia un tanto curiosa: la torre en cuestión se da un aire al anillo que aparece en el episodio "Kaddish" de Expediente X. Véase la muestra:



Sí, ya sé que es un comentario muy friki, pero qué le voy a hacer... He visto el episodio de marras un par de veces y tengo buena memoria :)