miércoles, 29 de agosto de 2012

De mal humor


Pasa todos los años: cuando llegan estas fechas, por alguna razón empiezan a aparecer pájaros muertos delante del edificio de mi oficina. No sé cuál será la causa, puede que estos días la luz incida de determinada manera sobre los cristales y les haga creer que pueden volar por ahí, o quizá es porque en esta época hay más movimiento por las migraciones y los pobres pájaros se distraen al ver los reflejos. El caso es que es muy triste, esta mañana había nada menos que tres gorriones. Y según me han comentado los guardias de seguridad del edificio, a veces se estrellan pájaros más grandes, como mirlos e incluso urracas.

Lo que me cabrea es que no sería tan difícil evitar este peligro para las aves, bastaría con tenerlo en cuenta a la hora de diseñar y construir los edificios. Ciudades como Toronto o Nueva York ya han puesto en marcha este tipo de iniciativas (programas FLAP y Lights Out  respectivamente), pero veo difícil que algo así se llegue a considerar en Madrid.

En fin, al menos mientras leía sobre esto he encontrado la una buena noticia sobre un pollo de águila que hace poco sobrevivió a un incendio en Utah. El pobre está bastante jorobado, pero parece que las plumas y el plumón que le quedaba le salvaron de tener quemaduras más graves y ahora se recupera en un centro de rehabilitación de animales. Sus cuidadores esperan poder devolverlo a la naturaleza el año que viene. Le han puesto Phoenix de nombre, claro.


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