miércoles, 31 de julio de 2013

Books!

Soy incapaz de entrar en una librería y salir sin comprar al menos un libro. Y mira que lo intento, aunque debo reconocer que no demasiado, porque en el fondo no es algo que quiera cambiar. Al fin y al cabo es una adicción barata, sobre todo ahora que vivo en un sitio donde los libros tienen un precio razonable, no como en España. Para muestra un botón: un libro de moda cualquiera, edición en tapa blanda, en Amazon UK cuesta 3,85 libras (7,99 cuando no está de oferta, son unos 9 euros) y en Amazon ES nada menos que 17 euros. Pero vaya, puede ser un problemilla cuando el número de estanterías es limitado y ya están hasta los topes. Hay quien intenta convencerme de que la solución es el libro electrónico, y estoy de acuerdo hasta cierto punto, pero... me encanta coger un libro, hojearlo, olerlo, mirar el tipo de letra, la calidad del papel, si tiene muchos diálogos o descripciones, cómo se llaman los personajes, cuál es la primera frase (la última no, eso serían spoilers  :),  si cabría en el bolso o me va a pesar mucho... para luego dejarlo y mirar el de al lado, que me ha llamado la atención porque conozco al autor, o porque nunca he oído hablar de él, o porque el diseño de la portada es steampunk  o el título tiene "gancho", y repetir esto unas cuantas veces más para quizá acabar volviendo al primero que vi porque después de todo me ha picado el gusanillo de leerlo.

Hace poco me pasó eso mismo en el Waterstones de Piccadilly. Entré para refugiarme de la lluvia (como excusa no está mal), subí a la planta de ci-fi porque en la baja había mucha gente (otro motivo perfectamente válido) y allí vi una oferta del tipo "segundo libro a mitad de precio". Y claro, como tenía tiempo me dediqué a curiosear los ejemplares incluidos en la oferta, por supuesto sin ánimo de comprar ninguno. Y acabaron cayendo dos, justamente el primero y el último que vi. Por suerte les encontré sitio en la estantería pequeña del salón (un poco apretados, eso sí).

Lo malo es que en Londres no faltan librerías, así que aunque consiga hacer como que Amazon no existe acabo rodeada de tentaciones cada vez que salgo a la calle. Incluso con los problemas que están teniendo los locales físicos con la llegada del libro electrónico (que se llevaron por delante a Borders UK y Books Etc, snif) si no me cruzo con un Waterstones entonces será Foyles, o el WHSmith, que a simple vista sólo tiene best sellers  pero donde a veces se encuentran cosas interesantes. O el sótano de Forbidden Planet, o cualquiera de las pequeñas librerías especializadas de Charing Cross Road. Y que duren mucho tiempo, porque son una gozada.

Todo esto me ha venido a la cabeza al ver la bolsa que me dieron en Waterstones cuando hice la última compra. Trae un minipoema de Roald Dahl que me hizo mucha gracia:

"So please, oh please, we beg, we pray,
go throw your tv set away,
and in its place you can install
a lovely bookshelf on the wall"

Desde luego en casa ya no queda libre ni un trozo pequeño de pared, así que si quisiéramos meter otra estantería tendríamos que ponerla en el lugar que ocupa el televisor. Lo cual sería una pena ahora que por fin podemos ver en él cosas decentes, como las series de la BBC. Pero eso es material para otra entrada y ya la escribiré en otra ocasión.


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